miércoles, 19 de septiembre de 2018

¿Y tu? ¿A qué le tienes miedo?

Todos los seres humanos tenemos miedo a algo y la mayoría de ellos nacen de ideas compartidas por nosotros mismos, que nos hemos creído durante la infancia. 


Pero ¿sabemos que es el miedo? ¿sabrías reconocer que es lo que realmente te asusta?¿Sabrías decir en que momento exacto de tu vida apareció ese miedo? y lo más importante ¿te atreves a hacer todo lo posible por acabar con él?


La DRAE define al miedo como toda aquella perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o un daño real o imaginario” y es un sentimiento común en los seres humanos. 

Algunos de nuestros miedos son necesarios para ayudarnos a realizar tareas en nuestra vida diaria pero otros son reflejos y traumas que pueden ser debilitados o fortalecidos.


Esta sensación de ansiedad es una reacción biológica de nuestro cuerpo ante un conjunto de señales que interpreta como temerosas y es causada por nuestra anticipación en algún evento o experiencia imaginada.


El presidente Franklin Delano Roosevelt afirmó que “la única cosa a la que debemos temer es al miedo mismo” e incluso el famoso director de cine Woody Allen bromea con este sentimiento de angustia y reprensión humanizándolo: “El miedo es mi compañero más fiel, jamás me ha engañado para irse con otro”.

De lo que no debemos tener miedo es de identificarlos y si descubrimos que fue lo que lo originó, podremos controlarlos.

Con o sin ayuda de profesionales, debemos ser conscientes de nuestros miedos y encontrar la causa de los mismos, es el primer paso para acabar con ellos.


Los temores más comunes en los seres humanos son: 

El miedo a la muerte: es causado por la necesidad primaria de supervivencia de todos los seres humanos del que deriva el miedo a las alturas o las diferentes fobias ante circunstancias asociadas a fatales consecuencias que supongan el fin de nuestras vidas. 

El miedo a perder nuestra libertad a la hora de pensar, sentir, hablar, decidir o actuar de la manera que nosotros queramos hacerlo causado por circunstancias en las que no podemos hacer nada. 

El miedo a la libertad de nuestros instintos naturales más básicos, entre ellos nuestra necesidad sexual.

El miedo a la soledad, la sensación de abandono, a ser rechazados o a sentirnos despreciados por nuestros seres queridos.

La pérdida de conexión con el mundo genera sensaciones de angustia ante la posibilidad de convertirnos en una persona no querida a la que nadie respete ni valore. 


El miedo a vernos mutilados o perder cualquier parte de nuestra estructura corporal y la idea de tener limitaciones de movilidad en nuestro cuerpo.


Y por último, el miedo a sentirnos humillados o pasar vergüenza delante de un grupo numeroso de gente causado por la perdida de confianza en nosotros mismos y del que deriva el miedo a hablar en público.




  






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