lunes, 17 de mayo de 2021

Quien no madura, desaparece

Mucha gente piensa que la madurez se asocia a la edad cronológica o las experiencias vitales, sin embargo la madurez emocional no se define por la edad que una persona tenga.



Madurar implica tener que hacer un gran esfuerzo para entender que ha llegado el momento de comprender que no hay amor más grande que el que uno se tiene a sí mismo. 

Ser una persona madura es haber aprendido a aceptar lo que vendrá, dejándose sorprender por la vida sin esperar nada de nadie. 



La madurez no surge de la nada, requiere sacrificio, esfuerzo y fuerza de voluntad. 


Un adulto debe entender que todos tenemos miedo de ser rechazados pero a veces es necesario deshacernos de las malas influencias que no aceptan nuestra personalidad tal y como es o se empeñan en impedir que logremos madurar. 

Pensar en lo felices que fuimos en el pasado, es perjudicial para nuestra salud mental, porque nos impide disfrutar nuestro presente o rehacer nuestra vida. 


Las personas emocionalmente maduras saben que la vida es mucho mejor, cuando se vive en libertad. Así que dejar ir a lo que ya no nos pertenece, es una formar de cicatrizar nuestras heridas del pasado. 

 


Limpiar el dolor que ha provocado nuestro pasado, es necesario para poder madurar emocionalmente, las personas maduras son conscientes de la importancia que tiene apreciar la belleza de nuestro presente. 

La madurez emocional ayuda a alcanzar una consciencia especial de los propios pensamientos y sentimientos o de los ajenos. Las personas maduran, cuando hacen un esfuerzo para expresan lo que opinan o sienten. 



La claridad mental de las personas maduras contrastan con la pereza y el desastre mental de los inmaduros. Ayuda a resolver conflictos de nuestra vida cotidiana de manera más eficaz.

 


Dejar de quejarse es la mejor manera de empezar a madurar, es resolver un problema o convivir con él, aceptando las posibles consecuencias que generen nuestras decisiones. Actuar más y pensar menos es señal de que estás creciendo emocionalmente.

 


Las personas maduras emocionalmente son capaces de gobernar y manejar sus emociones y las que les contagian. Saben elegir lo que quieren seguir conservando, lo que les ayuda a ser más eficiente a la hora de escuchar a los demás. 


Además consiguen mantener un equilibrio en sus relaciones interpersonales, dando unos resultados muy satisfactorios. 



Los errores son una buena manera de madurar, fallar nos permite saber que es lo que no debemos hacer para seguir viviendo. Las personas emocionalmente maduras no se castigan por tener limitaciones, se esfuerzan por aprender lo que no saben hacer. 


Es importante dejar de tener miedo a comprometerse y mantener relaciones con otras personas, confiando en nosotros mismos y en los demás con total libertad. 

La madurez emocional permite vivir tomando decisiones con la libertad de responsabilizarnos de las consecuencias de nuestros propios actos.



















Una figura extinta: el asistente personal

 En España una de cada cuatro personas con discapacidad no tiene autonomía personal para desarrollar su vida de manera independiente. 

Son tres millones de personas las que necesitan ayuda para realizar sus actividades favoritas con total libertad.

Pero ¿ Por qué el gobierno no les dan la ayuda que necesitan?



El origen de una discapacidad proviene de una deficiencia que presenta la persona durante su desarrollo personal. En la antigüedad a estos niños se les diagnosticaban, justificando que eran diferentes porque eran inmaduros o de lento aprendizaje



Las personas con discapacidad también merecen ser respetadas, apoyadas, escuchadas, acompañadas y la misión del asistente personal es facilitarles su deseo de ser felices. 


El movimiento de vida independiente es una reivindicación de los derechos que tiene una persona con discapacidad de cualquier tipo. 

 

Para adquirir autonomía, una persona debe estar segura de que quiere ser independiente, aunque al principio 


Estas personas tienen derecho a independizarse de su familia o a ser incluidos en la sociedad porque también son seres sociales. 

También tienen la responsabilidad de decidir lo que quieran hacer con su vida y a tomar sus propias decisiones, aceptando las posibles consecuencias. 



Las personas con discapacidad necesitan el apoyo de la sociedad para realizar cualquier actividad y la asistencia personal es la herramienta que solicitan para desarrollar su vida con total libertad. 


La finalidad de la asistencia personal es ofrecer ayuda al usuario que la solicita, con la intención de que el discapacitado se sienta liberado de sus impedimentos. 


Antiguamente se pensaba que la discapacidad era un castigo o una maldición, que se solucionaba sacrificandolos porque no aportaban nada bueno a la sociedad. 

La religión los excluía e incluso los mataba, la ciencia pensaba que la discapacidad es una enfermedad que se puede curar sometiendólos a duros métodos de terapia para que finjieran ser personas sanas. 

La sociedad del siglo XX era conscientes de que los discapacitados son personas a pesar de sus dificultades pero se olvidaban de crear lugares accesibles para sus sillas dd ruedas, por lo que muchos no pudieron divertirse como los demás. 


Un asistente personal debe facilitar la autodeterminación y la vida activa de la persona que solicita ayuda y posibilitar una alternativa de servicio para que puedan realizar sus actividades diarias por si solos. 

Debe ayudar en las tareas básicas de una vida diaria, acompañarlos, escucharlos y darles conversaciones para que evitar que se sientan solos y abandonados. 

También debe llevarlos a los lugares que quieran o necesiten ir o ayudarles en sus tareas domésticas si el asistido lo ve necesario. 


Los asistentes personales deben saber hacer varias tareas, siendo conscientes de lo que hagan en todo momento, hablar con ellos cuando lo necesiten o ayudarlos en sus tareas de aseo personal. 

Deben intentar que el usuario realice su proyecto de vida sin necesidad de pedir ayuda a su propia familia, evitando así que se conviertan en una carga para sus seres queridos 

Por último los asistentes deben abandonar sus preocupaciones, aliviar las posibles tensiones, gozar de buen sentido del humor, respetar pacientemente y confiar en el usuario al que van a ayudar, procurar que participen en actividades familiares, confiar en las capacidades de las personas dependientes, valorando las tareas que puedan hacer sin ayuda y evitar que la persona a la que se va a ayudar se menosprecie a si mismo. 





























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