viernes, 25 de enero de 2019

Padres autoritarios: Un mal que destruye a los niños

En la actualidad, existen padres o madres que someten a sus hijos contra su propia voluntad, exigiéndoles extremadamente que les rindan máxima obediencia, diciendo o haciendo solo lo que les beneficia a ellos.  



Este tipo de padres no suelen prestar mucha atención a las necesidades emocionales y afectivas de sus hijos. 

Además tienden a ignorar o rechazar sus opiniones, sobre cualquier tema del que se hable ante su presencia, sobre todo si estas van en contra de las intenciones o pensamientos, que tengan sus padres. 




Cada vez que estos sujetos quieren algo, exigen terminantemente a sus hijos, que se cumpla lo que ellos dicen y cuando lo dicen, sin explicarles porque deben actuar así como si su palabra o su voluntad fueran una ley inquebrantable.  


Este mandato bajo el que se encuentran los hijos de padres autoritarios, se resume en la siguiente frase:"Tienes que pensar, sentir, ser o hacer esto, de la manera que yo te digo porque así lo digo yo".




De esta manera, consiguen anular la voluntad de los niños, creando así seres dependientes, sumisos y complacientes, que terminan perdiendo la autoestima y la confianza en sí mismos. 

Por lo que si alguien cree que ser una madre o un padre autoritario, es inculcar disciplina respeto y obediencia hacia ellos, se equivoca.


Estos padres, someten a sus hijos a una crianza tan déspota, vigilan su comportamiento, intervienen en sus decisiones y controlan sus vidas en general. Para ejercer su mandato y hacer cumplir órdenes se comportan de forma fría, distante y a veces hasta cruel. 


No tienen escasa o ninguna comunicación con sus hijos, bien porque no saben cómo hablar con ellos o porque consideran que esto es una forma de “bajar bandera”.

Ellos siembran el miedo, que anula la sinceridad y el apego, que en algún momento en sus hijos pueda nacer.

Estos adultos no confían o confían muy poco en las aptitudes de sus niños. Consideran que ellos no están aptos para resolver conflictos y tomar las mejores decisiones por si solos ante los problemas que se les presenten.


Cuando un padre o una madre cree, que el autoritarismo es una buena manera de educar a sus hijos, se equivoca al pensar, que tiene el derecho y el deber de llevar un control exhausto de sus vidas. Para que no se pierdan en el mundo, a los niños hay que dejarlos experimentar, aprender por sí mismos; y estar ahí solo para guiarlos y prestarles ayuda cuando lo necesiten y lo pidan.



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