viernes, 22 de mayo de 2020

El sistema educativo está creando zombies sociales

A muchos estudiantes de ESO o bachiller les resulta aburrido los métodos de enseñanza impuestos por sus profesores. El aburrimiento provoca que los alumnos no quieran ir a clase nunca más.

Dicha rutina se compone por un método de enseñanza que consiste en estar sentado, escuchar hablar al profesor, mirar a la pizarra, tomar apuntes, copiar correcciones, hacer exámenes y vuelta a repetir este mismo proceso año tras año. 


  
Este sistema educativo anula la creatividad, la imaginación y la voluntad de los estudiantes, convirtiéndolos en niños sin alma o máquinas de memorizar información, que quizas no vayan a ser útiles para resolver conflictos en un futuro próximo. 

Las experiencias escolares de estos estudiantes, no suelen ser muy positivas porque el hecho de estudiar diariamente materias suspensas que les resultan incompresibles, repetir varias veces el mismo curso y practicarlas cada semana, les dejan sin energía y tiempo suficiente para desarrollarse como seres sociales y realizar actividades de ocio y tiempo libre con sus amigos o compañeros. 



Los alumnos que se aburren atendiendo en clase, suelen emplear la mayor parte de su tiempo escolar, imaginando la vida que les gustaría tener, pensando en el lugar en el que le gustaría estar, componiendo canciones, creando historias o dibujando personajes.

Este tipo de actividades creativas les parece más entretenidas porque están relacionadas con profesiones a las que les gustaría dedicarse en el futuro y las realizan en su jornada escolar para combatir la ansiedad que les produce estar encerrados en aulas pequeñas y sentados varias horas diarias cada semana durante muchos años. 



Cuando las lecciones les aburren, los alumnos dejan de atender a las explicaciones de sus profesores y se agobian, esperando sentados a que llegue la hora para que toque el timbre y puedan regresar a casa. 

Sin embargo al llegar a casa, se encuentran cansados pero aún estando así, vuelven a esrudiar, hacer deberes y microtareas todas las tardes hasta que aprueban sus asignaturas. 


El hecho de que a alguien no le guste ir a clase o madrugar, no significa que no le guste estudiar: ellos prefieren estudiar solamente lo que les motiva a estar atentos sin recurrir a utilización de aburridos métodos tradicionales. 

El sistema docente actual debería ofrecer los recursos necesarios para garantizar la comodidad y captar la atención de sus alumnos, respetando la libertad de estos para expresar los sentimientos y emociones que les produzca cada cada lección que hayan recibido día tras día y el derecho a sugerir cambios en el sistema educativo que beneficien no solo a los estudiantes sino también a los profesores de cada centro educativo.



martes, 19 de mayo de 2020

Niños grandes: adultos que se niegan a envejecer

La infantilización es un problema que está afectando a la sociedad, ya que provoca un retraso mental madurativo en adolescentes y adultos que han pasado por su mayoría de edad, pero se niegan a  a crecer, pensar, actuar, vivir o comportarse como lo hace la gente de su misma edad. 


 Consiste en tratar a los adultos como si fueran niños pequeños y quién lo hace, crea un estado de dependencia, que provoca que los adultos tengan la necesidad de que le digan constantemente lo que deben hacer y de que manera tienen que hacerlo para que todo les salga bien. 

Este proceso promueve el aumento de actitudes inmaduras y estilos de vida, que no son propias de una persona adulta.



Los adultos que han sido víctimas de la infantilización, deciden vivir o comportarse como niños pequeños y desa, no obedecen órdenes que vengan de otros adultos ni colaboran con sus padres en las tareas domésticas.


Dichos adultos pasan a ser medio-adultos, que van descubriendo cada vez más que cosas son las que les ofenden, desprecián la ignorancia de lo que no entienden o no saben hacer bien y no se sienten motivados a seguir aprendiendo a madurar.

Se vuelven niños grandes, que han dejado de ser protegidos y mimados por sus padres y han empezado a sentirse mejor entendidos y queridos por otras personas que han sido infantilizadas. 



En nuestra sociedad, la sobreprotección parental se ha extendido de tal manera que sigue provocando rechazo psicólogico en adultos de varias edades.

El individuo se toma una falsa libertad que le autoriza la posibilidad de hacer lo que quiera en cualquier momento, pero les lleva a la frustración y la ansiedad porque en el fondo son conscientes de que no siempre podrán hacer lo que quieran. 



El adulto se preocupa tanto por si mismo que crea un estado mental para evadir su realidad y busca refugio en el mundo de los adolescentes.

La persona que ha sido sometido a este proceso, prefiere no madurar, intenta evitar equivocarse, busca la satisfacción de sus propias necesidades, niegan su realidad y viven en un continuo presente.


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