A muchos estudiantes de ESO o bachiller les resulta aburrido los métodos de enseñanza impuestos por sus profesores. El aburrimiento provoca que los alumnos no quieran ir a clase nunca más.
Dicha rutina se compone por un método de enseñanza que consiste en estar sentado, escuchar hablar al profesor, mirar a la pizarra, tomar apuntes, copiar correcciones, hacer exámenes y vuelta a repetir este mismo proceso año tras año.
Este sistema educativo anula la creatividad, la imaginación y la voluntad de los estudiantes, convirtiéndolos en niños sin alma o máquinas de memorizar información, que quizas no vayan a ser útiles para resolver conflictos en un futuro próximo.
Las experiencias escolares de estos estudiantes, no suelen ser muy positivas porque el hecho de estudiar diariamente materias suspensas que les resultan incompresibles, repetir varias veces el mismo curso y practicarlas cada semana, les dejan sin energía y tiempo suficiente para desarrollarse como seres sociales y realizar actividades de ocio y tiempo libre con sus amigos o compañeros.
Los alumnos que se aburren atendiendo en clase, suelen emplear la mayor parte de su tiempo escolar, imaginando la vida que les gustaría tener, pensando en el lugar en el que le gustaría estar, componiendo canciones, creando historias o dibujando personajes.
Este tipo de actividades creativas les parece más entretenidas porque están relacionadas con profesiones a las que les gustaría dedicarse en el futuro y las realizan en su jornada escolar para combatir la ansiedad que les produce estar encerrados en aulas pequeñas y sentados varias horas diarias cada semana durante muchos años.
Cuando las lecciones les aburren, los alumnos dejan de atender a las explicaciones de sus profesores y se agobian, esperando sentados a que llegue la hora para que toque el timbre y puedan regresar a casa.
Sin embargo al llegar a casa, se encuentran cansados pero aún estando así, vuelven a esrudiar, hacer deberes y microtareas todas las tardes hasta que aprueban sus asignaturas.
El hecho de que a alguien no le guste ir a clase o madrugar, no significa que no le guste estudiar: ellos prefieren estudiar solamente lo que les motiva a estar atentos sin recurrir a utilización de aburridos métodos tradicionales.
El sistema docente actual debería ofrecer los recursos necesarios para garantizar la comodidad y captar la atención de sus alumnos, respetando la libertad de estos para expresar los sentimientos y emociones que les produzca cada cada lección que hayan recibido día tras día y el derecho a sugerir cambios en el sistema educativo que beneficien no solo a los estudiantes sino también a los profesores de cada centro educativo.
Dicha rutina se compone por un método de enseñanza que consiste en estar sentado, escuchar hablar al profesor, mirar a la pizarra, tomar apuntes, copiar correcciones, hacer exámenes y vuelta a repetir este mismo proceso año tras año.
Este sistema educativo anula la creatividad, la imaginación y la voluntad de los estudiantes, convirtiéndolos en niños sin alma o máquinas de memorizar información, que quizas no vayan a ser útiles para resolver conflictos en un futuro próximo.
Las experiencias escolares de estos estudiantes, no suelen ser muy positivas porque el hecho de estudiar diariamente materias suspensas que les resultan incompresibles, repetir varias veces el mismo curso y practicarlas cada semana, les dejan sin energía y tiempo suficiente para desarrollarse como seres sociales y realizar actividades de ocio y tiempo libre con sus amigos o compañeros.
Los alumnos que se aburren atendiendo en clase, suelen emplear la mayor parte de su tiempo escolar, imaginando la vida que les gustaría tener, pensando en el lugar en el que le gustaría estar, componiendo canciones, creando historias o dibujando personajes.
Este tipo de actividades creativas les parece más entretenidas porque están relacionadas con profesiones a las que les gustaría dedicarse en el futuro y las realizan en su jornada escolar para combatir la ansiedad que les produce estar encerrados en aulas pequeñas y sentados varias horas diarias cada semana durante muchos años.
Cuando las lecciones les aburren, los alumnos dejan de atender a las explicaciones de sus profesores y se agobian, esperando sentados a que llegue la hora para que toque el timbre y puedan regresar a casa.
Sin embargo al llegar a casa, se encuentran cansados pero aún estando así, vuelven a esrudiar, hacer deberes y microtareas todas las tardes hasta que aprueban sus asignaturas.
El hecho de que a alguien no le guste ir a clase o madrugar, no significa que no le guste estudiar: ellos prefieren estudiar solamente lo que les motiva a estar atentos sin recurrir a utilización de aburridos métodos tradicionales.
El sistema docente actual debería ofrecer los recursos necesarios para garantizar la comodidad y captar la atención de sus alumnos, respetando la libertad de estos para expresar los sentimientos y emociones que les produzca cada cada lección que hayan recibido día tras día y el derecho a sugerir cambios en el sistema educativo que beneficien no solo a los estudiantes sino también a los profesores de cada centro educativo.