viernes, 15 de diciembre de 2017

Los niños son los principales testigos.

Sé que llevo muchísimo tiempo sin publicar ningún articulo pero hoy traigo un tema muy serio y deprimente a nivel nacional. Se trata de la violencia de genero.

Desde tiempos inmemoriales, la violencia de genero ha sido uno de los mayores delitos humanos a nivel mundial. En lo que va de año, en 2017 la cifra de asesinatos ha ascendido a 34 victimas mortales en menos de seis meses, es decir, una mujer cada cinco días. 
 La mayoría de estas mujeres muertas dejan huérfanos a muchísimos niños que han sido espectadores silenciosos, es decir, testigos de escenas violentas en su ámbito familiar.En un 85% de los casos los menores son testigos de la violencia ejercida sobre sus madres, y en un 67% de los casos también sufren maltrato directo.



La exposición reiterada a la violencia supone una razón muy poderosa para que un niño cambie el concepto que posee de sí mismo. Se ven alteradas sus capacidades básicas de autorregulación y de relación con los demás, produciéndose una fuerte alteración en el desarrollo del apego.

El apego es la base de nuestra seguridad emocional, que modula cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con las personas que nos rodean. De él depende nuestra regulación emocional y se genera a partir de las relaciones que tenemos con nuestras padres o cuidadores desde que nacemos. Ser víctima o testigo de maltrato en la familia genera apego desorganizado, es decir, desesperanza y control coercitivo sobre uno mismo y los demás.







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