lunes, 5 de febrero de 2018

No al bullying escolar

Desde tiempos inmemoriales, el bullying ha sido y sigue siendo el problema social más preocupante que lleva torturando a los estudiantes de todas partes del mundo. 



Se considera bullying a los numerosos ataques físicos, verbales o psicológicos sin compasión ,que reciben los alumnos repetidas veces por parte de sus compañeros más violentos, que los amenazan y los torturan con el objetivo de someterlos y asustarlos o simplemente satisfacer las violentas necesidades de agredir y destruir que estos pequeños maltratadores suelen presentar.


La victima afectada por el bullying suele sentir miedo o rechazo a las relaciones sociales tanto que terminan aislándose, renunciando a su vida social. Además muestran una conducta rebelde, desconfiada y solitaria. Presentan dificultad de comunicación y suelen tener baja autoestima.
 Muestran una conducta muy pasiva, tienen miedo ante la violencia y vulnerabilidad, ansiedad, inseguridad y baja autoestima. Se sienten culpables de su sufrimiento y se refugian en los adultos y esto se debe a la sobreprotección que tienen por parte de su familia.

El agresor tiene un comportamiento provocador y de intimidación permanente. Posee una conducta violenta en la resolución de conflictos, presenta dificultad de empatía y vive una relación familiar poco afectiva.


Los niños agresores son autores de un Bullying cuando esperan y desean que otros hagan siempre su voluntad,cuando sienten la necesidad de sentirse superior y poderoso, cuando no están cómodos en alguna situación o no disfrutan jugando con otros niños, si sufre intimidaciones o algún tipo de abuso en casa, en la escuela o en la familia, si es frecuentemente humillado por los adultos, o cuando vive bajo constante presión para que tenga éxito en sus actividades.

 Los agresores ejercen su acción contra su víctima de diversas formas: les golpean, les molestan, provocan, acosan con empujones y golpes, les nombran de una forma desagradable o despectiva, les generan rumores, mentiras o bulos, les aíslan del grupo, les ofenden y les anulan.

La escuela debería ser siempre un espacio en el que sentirse seguro. Sin embargo, para muchos niños, la escuela se ha convertido en la fuente de un tipo de violencia del que son víctimas y que ejercen sus propios compañeros, se trata del acoso escolar o bullying. Hay niños que, por distintas razones, sufren maltrato físico o psicológico por parte de otros niños a través de actitudes como la represión, la discriminación, la homofobia, la violencia sexual o el castigo corporal.
El acoso escolar o bullying tiene efectos negativos en la salud física, el bienestar emocional y el rendimiento académico de los niños, especialmente si dicha violencia se repite en el tiempo o es severa, además de influir en el clima escolar del centro educativo.
 A las victimas se las detecta por tener una baja autoestima, actitudes pasivas, trastornos emocionales o mentales, hipertensión, depresión, ansiedad o pensamientos suicidas. A esto se le suma la perdida de interés en estudiar, lo que puede provocar una grave situación de fracaso escolar o realizar actividades con las que antes disfrutaban y la aparición de fobias irracionales de difícil solución o traumas.







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